Wednesday, July 22, 2015

El Demonio del Deseo

- Daría todo un año de mi vida a cambio de ser delgada...
Dijo la joven a su amiga. Estaban sentadas en un café y cada una tenía un trozo de pastel en la mesa.
- Pues entonces deja de comer tanto- le respondió la amiga. Pero en su voz se evidenciaba que solo hacía esta amonestación por costumbre. Sabía que no valdría de nada.
- Y si no como ¿qué me queda en la vida?- dijo quejándose la joven que no era fea pero sí gruesa-. Los hombres me evitan, o al menos los jóvenes. Caminar me cansa y me cuesta mucho respirar- replicó al tiempo que se metía un trozo de pastel a la boca, y en su rostro se dibujaba una mezcla fascinante de gusto y asco.
Y de repente, se le dilataron los ojos, como si hubiera visto un espíritu. Un hombrecillo de color amarillo chillón estaba ante ella:
- Soy el demonio del deseo y puedo satisfacer el tuyo. Un año de tu vida a cambio de hacerte delgada. Pero piénsalo bien, por que una vez que te hayas decidido ya no habrá vuelta de hoja. Te doy de tiempo hasta esta noche. Entonces volveré y me darás la respuesta.

Todo esto sucedió en unos pocos segundos. La joven no sabía si había soñado o si había sido real. Su amiga se había dado cuenta de su ausencia momentánea.
- ¿Qué pasa? De repente te has quedado muda.

¿Debía decírselo a su amiga? Durante un instante estaba decidida a hacerlo, pero luego pensó que era mejor callar. Seguramente su amiga pensaría que estaba delirando.

Durante toda la tarde y después , cuando ya estaba sola en casa, no dejó de pensar en lo sucedido: “¿Qué hombre tan extraño era aquel? ¿O es que acaso se estaba volviendo loca? ¿Volvería de verdad y como iba a tomar una decisión? Y a fin de cuentas, ¿qué era un año si pensaba en su desconsolada vida actual?”.

Así pues no se marchó a la cama, si no que se sentó en su sillón preferido y esperó. Serían las once o las once y media. No había pasado nada. Pronto se terminaría el día. “¿Habría sido todo fruto de su exuberante fantasía?”.De pronto, de la nada surgió aquel hombrecillo que se colocó ante ella. Fascinada contempló como le cambiaba la figura: unas veces era pequeño y al instante se hacía gigante; a veces era delgado y otras gordo, o bien aparecía feo y codicioso y después guapo e inocente como un niño...
-¿Lo has pensado? Un año de tu vida a cambio de ser siempre delgada.

Las lágrimas empañaron los ojos de la joven que preguntó:
-¿De verdad sólo un año?

El hombrecillo asintió.
- Ni un segundo más.
- ¿Y auténticamente delgada para gustar a los hombre?
- No sé si le gustarás a los hombres. Pero desde luego serás delgada, por que en eso consiste nuestro pacto.
- ¿Quién eres tú? -preguntó la chica con el fin de ganar algo de tiempo.
- Soy un demonio. Mi función consiste en ayudar a la gente cuando no esta contenta consigo misma. Soy sólo uno de los muchos demonios que existen. Los hay encargados de las enfermedades, de los reveses de la fortuna, de las ruinas financieras, del alcoholismo, de la glotonería, de todo aquello que ayuda a los hombres a aceptar su destino. Nosotros somos, por decirlo así, la última instancia cuando los hombres no consiguen cumplir con sus cometidos vitales.-aclaró mientras sacudía la cabeza impaciente-. Hoy aún tengo mucho que hacer. Dime ¿has tomado una decisión?
- Sí –contestó la chica-. Sí, sí, sí. Odio esta vida. Quiero ser delgada. Todo lo demás vendrá por sí mismo.
- Seguramente todo lo demás no vendrá por sí mismo, pero quizá aprendas de este modo a reconocer cual es el sentido de tu vida. ¡Sea pues! Mañana te atropellará un coche y permanecerás un año en coma.
- Pero...empezó a decir la joven y sus ojos se abrieron completamente-. No ahora Yo creía que ese año ya sería ya al final de mi vida. Cuando fuera vieja y estuviera enferma. Pues no saldré de casa mañana.
- Eso no te valdrá de nada. Dijimos un año de tu vida, pero no pactamos cuando sería. Un año en coma adelgaza, tal como tu querías. Después volverás a la vida. Apenas comerás y te quedarás delgada para siempre. Hará lo que ahora hubieras podido hacer: vivir conscientemente, marcada por ese año en coma; quizá entonces reconocerás también que el valor de tu vida no reside en comer....

La muchacha temblaba de pies a cabeza.

- No! - gritó-. No quiero, quiero vivir.

Pero el hombrecillo ya había desaparecido. Durante toda la noche permaneció despierta con el cuerpo sudoroso. En una ocasión creyó que todo aquello no eran más que imaginaciones. Pero enseguida supo que lamentablemente, era la triste realidad. Recordaba la apariencia de aquel ser, su voz...

A la mañana siguiente se vistió temblando para ir al trabajo. Mientras cruzaba la calle despacio y con cuidado, apareció de golpe un coche deportivo que iba a toda velocidad.

En el último momento el conductor paró. Un hombre joven salió del coche y sonrió desconcertado.
-Disculpe no he prestado atención. Espero que esté bien; está tan pálida.

“Aquel hombre ¿no se parecía al demonio?”
Hizo su trabajo de forma mecánica. A medio día no comió nada, lo que dejó muy sorprendidas a sus compañeras.
-¿Te encuentras bien? ¿Estás enferma?

Durante el camino de vuelta a casa se echó a reír; de pronto, se dio cuenta de que todavía vivía; inconscientemente aligeró el paso y tomo un camino distinto al habitual. Llego al parque más grande de la ciudad, la que hacía muchos años que no volvía, y se sentó en uno de los bancos. En un macizo de plantas florecían unas rosas que impugnaban con su aroma todo lo que las rodeaba. Un mirlo daba brincos por el césped encharcado. La joven se sentía protegida bajo los árboles grandes que allí había.

Un hombre recorría el camino de grava en dirección a donde ella se encontraba y se sentó en la otra esquina del banco, tras pedir permiso, parecía una persona agradable y abierta, calculo que rondaría los cincuenta. Al cabo de un rato, el hombre sacó unos papeles y los revolvió mientras murmuraba algo para sí. La chica no se pudo contener, aunque sabía que aquello no iba con ella, y preguntó:
- ¿Qué le pasa? Parece muy nervioso.

El hombre alzó la vista sorprendido y ella se sobresaltó. 
“¿Acaso no eran aquellos los ojos del demonio?”

- Un vendedor me ha vendido un equipo estéreo muy caro. Me he dejado 
- convencer cuando en realidad, necesito el dinero para otras cosas. Creo también que el precio ha sido demasiado alto. Ahora busco entre toda esta documentación el párrafo que me permite rescindir el contrato. La chica escuchó con atención.
- ¿Yeso es posible? ¿Un contrato no es un contrato?
- Lo es en determinados casos. En las llamadas ventas a domicilio, o sea, cuando el vendedor viene a tu casa, se tienen siete días de tiempo para reflexionar sobre ello, y se puede rescindir el contrato sin consecuencias. 
Una luz  iluminó su rostro. “¡Claro! Podía dar marcha atrás. El demonio había ido a su casa y ella le había dejado pasar. A la conclusión del contrato, ella no sabía que tenía que dar en ese momento un año de su vida. Lo rescindiría esa misma noche”.
- Aquí esta el párrafo. Estoy salvado. ¿Le puedo invitar una taza de café?
- Encantada- contestó la chica y sonrió-. Pero solo un café usted me ha ayudado mucho.

Hacía una tarde magnífica. Desde el primer momento se entendieron fenomenal, se rieron mucho juntos y todo fue importante para ella, excepto la comida. Al día siguiente le volvería a ver.
Cuando después en casa, antes de marcharse a la cama, se contempló al espejo, le pareció que el rostro del demonio estaba allí.
- Me alegro de que hallas vuelto. Te he estado esperando. ¡Verdaderamente eres un demonio! Pero eso no te va a valer nada. Rescindo el contrato –dijo con voz enérgica y cargada de fuerza vital-. Me has asaltado como un vendedor que va de puerta en puerta.
El hombrecillo se echó a reír.
- Has aprendido la primera lección. Nadie queda desamparado en manos de un demonio, ni siquiera en las del demonio del deseo. Siempre y en todo momento, puedes volver a tomar una decisión. En cada mordisco tienes la libertad de decir que no. Se acepta la rescisión del contrato. ¡Mucha Suerte! – respondió el hombrecillo desapareciendo tan rápido como hizo acto de presencia.

Aquella noche la joven durmió feliz y profundamente. Sabía que su vida cambiaría. No se trataba de ser delgada o gorda, comer mucho o poco. Lo decisivo era vivir la vida de forma consciente y con plena alegría, y eso era exactamente lo que quería hacer; al fin y al cabo, acababa de recuperar un año de su vida.






Fuente: Libre como el Águila PNL y Chamanismo, 
             Helmut Krusche






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